domingo, 19 de septiembre de 2010

La mesa




Reflexionando un poco... he pensado que nuestra vida en cierta manera es como una mesa de madera con cuatro patas en la cual una de las patas siempre cojea. Estas patas por regla general son la espiritualidad, las relaciones personales, la vida profesional y el amor. Tenemos la facilidad de apreciar con una increíble exactitud cuándo uno de las patas cojea y, en nuestro intento por nivelar la mesa, vamos limando las patas poco a poco hasta conseguir la altura perfecta. Sin embargo, corremos el riesgo de emplear demasiado esfuerzo en tratar de nivelar la mesa y por tanto podemos llegar a darnos cuenta de que de tanto limar, hemos conseguido que la mesa ya no sirva para nada, pues sus patas prácticamente pegan al suelo.

Yo pienso que lo más complicado es aprender a aceptar que es bueno vivir con la mesa calzada.

Todos tendemos a circunscribir nuestra vida entorno a un promedio y por tanto acabamos constreñidos a tal efecto, impidiéndonos a nosotros mismos expandirnos acorde a las necesidades que vayamos experimentando en nuestro vivir y, consecuentemente, acabando rompiendo con una evolución orgánica para aventurarnos a una evolución puramente social. Sin embargo, esa evolución social persigue un cierto equilibrio modelo en el cual se busca un balanceo por perfeccionamiento y no por autodescubrimiento y aceptación.

Yo soy más partidario de la búsqueda de la paz interior por aceptación y autodescubrimiento que por perfeccionamiento. Y eso no es más que calzar la mesa. Esto, a muchas personas, puede resultar una visión conformista de la vida, y realmente en su esencia lo es, pero no debe de confundirse con una forma cobarde de vivir. No es lo mismo una vida basada en la autoaceptación que una vida contemplativa. Esta decisión conlleva la renuncia al todo por un mayor disfrute de las partes y puede llegar a ser la decisión más inteligente de nuestras vidas. Como todo, conlleva miedos, pesares, fases de bajón y fases de mayor intensidad.

Sin embargo, llega un momento en la vida donde todo se cuestiona, y entonces necesitamos explorar el mundo por miedo a habernos equivocado, a haber tomado decisiones anteriores incorrectas. Nuestra vida entonces torna gris cuando hace tiempo, sentimos ser felices. Son fases naturales de autodescubrimiento, algo inevitable. Poner trabas a esas sensaciones y a esas experiencias es un gran error pues son síntoma de un malestar interior que en un determinado momento ha salido a flote, dejando aflorar muchas de nuestras frustraciones. Son etapas y situaciones que hay que vivir, que hay que experimentar y que, superadas, no nos moldean, sino que nos dejan ver mejor cómo somos. Curiosamente el tiempo nos va aportando una visión de nosotros mismos muy distinta a lo que una vez pensamos que éramos. Entonces nos vemos más poliédricos, con más facetas, capaces de muchas más cosas, y entendemos que durante mucho tiempo, vivimos sumidos en una cierta ignorancia. La claridad, al final, no es más que ir descubriendo las imperfecciones o, lo que es lo mismo...

...terminar aceptando que hay que calzar la mesa.

1 comentario:

  1. Nunca se me habría ocurrido comparar la vida con una mesa... Esto es demasiado para un lunes a las 6:30 de la mañana!
    Pasa un buen día!

    ResponderEliminar

 

Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

http://www.squidoo.com/daniel-colleman-fotografos-de-bodas

Fotografo de bodas