lunes, 6 de septiembre de 2010

Depresión




Una crisis es un estado anímico social decadente que tiene repercusiones en varios terrenos simultáneamente. Suele aparecer en forma de pequeñas perturbaciones en las personas, disminuyendo su maniobrabilidad personal y sus esperanzas. Curiosamente, las crisis son la repercusión directa de aquellos lastres a los cuales la población se ha esclavizado durante mucho tiempo y de los paradigmas que durante años han habitado entre ellos. Lo estamos viendo hoy en día, existe un sentimiento latente no sólo de inconformidad, sino de abandono. Y digo abandono porque la masa necesita sentirse liderada, dirigida, guiada. Esto es algo que pasa desapercibido en numerosas ocasiones pero es de una relevancia capital.

Si viajamos a otros países donde reina el hambre y la muerte, sentiremos que dejamos atrás todo lo insustancial que actúa de placebo a la existencia humana, pero aquello que vemos allí es la esencia de la vida, la supervivencia. ¿Hasta qué punto las personas en el mundo desarrollado conviven y no sobreviven? ¿Cuál es el límite de la convivencia y la supervivencia? Yo apoyo fervientemente una opinión, que el mundo que domina al mundo sobrevive, mientras que el mundo que es dominado por el mundo no tiene más remedio que convivir. Y es que la raza humana sobrevive por sometimiento y evoluciona por rebeldía. Al mecanismo de la masa no le separa tanto del funcionamiento de supervivencia animal, salvo que las necesidades primarias son fácilmente saciadas en terrenos desarrollados, entonces entran en juego nuevas necesidades, como por el ejemplo, el ocio. Para contener a la masa se ideó el consumo, placebo inmediato de la agonía de la existencia, elemento distractor, pero también eje motor de una sociedad que permite alcanzar el estado de bienestar. Así, tan necesario para la raza humana es el ser dirigido como el ser capaz de autodirigirse. Estamos ante una estratificación por clases tan injusta como necesaria.

¿Pero hasta qué punto el sistema construido es estable? Y he aquí el sentimiento de crisis, el cuestionado del funcionamiento interno por parte del pueblo. No hay nada más arriesgado que permitir a la masa rebelarse y esto sólo ocurre ante una falta de liderazgo. No deben de preocuparse por sobrevivir, sino por convivir, sólo sobreviven aquellos enrolados en tal función, aquellos cuya naturaleza no es sumisa, sino dominante. Los otros, sucumben cuando la positividad sucumbe ante la negatividad.

El riesgo de tal estratificación y tal dominio de la masa es la pérdida de tal control, el no controlar la ensoñación de la misma, que es lo que la ata. Los ideales al ser rotos y puestos cara a cara con la miserable realidad de la supervivencia animal hunde a aquel que no ha nacido para sobrevivir en mera presa que no tardará en ser digerida por el propio sistema.

Así el mejor arma del ser humano es la adaptación y la aceptación, aunque la historia llene de episodios tristes su existencia.

Sin embargo no podemos descuidar algo esencial, la culturización de las generaciones venideras. La cultura es el combustible del hombre, pero también el principal arma de rebeldía contra el que somete.

¿Cuál es el destino pues?
¿Hasta qué punto es aceptable la aberración humana?
Y lo que es más importante: ¿existe otra manera de dirigir?

Pienso que el verdadero motor del mundo es hostil y aniquilador, basado únicamente en la extracción de los recursos naturales para la supervivencia humana. No podemos aniquilar tal poder de aniquilación ni tal hostilidad, inherente al hombre en su parte animal, pero sí que podemos, desde aquellas personas con uso de una razón constructiva y en el poder, contribuir a la mejor gestión de nuestro planeta, que es nuestra madre, a la lenta evolución del hombre y de su historia y a paliar el dolor de aquellos que injustamente e inevitablemente sufren y sufrirán. Como siempre, un acto de destrucción conlleva mil actos de construcción. Sólo queda la fe de que aquellos que trabajan por los hombres ayuden a evolucionar a estos mismos, que quieren acabar con sus propias vidas.

5 comentarios:

  1. Me gustaría recalcar la última sentencia: "que quieren acabar con sus propias vidas".

    Podríamos preguntarnos pues... ¿Por qué ayudarles?

    Sólo me cabe una respuesta... por amor a la vida.

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  2. De verdad te lo digo. Admiro tu locuacidad y tu capacidad para expresar ideas que no me son ajenas.

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  3. Despues de leer la entrada no queda mas que decir CHAPO. Un saludo

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  4. Yo tengo una visión muy pesimista de la especie humana. Consideraciones políticas e ideológicas aparte, veo que hay cierto tipo de personas que no tienen remedio, se haga lo que se haga con ellos. Yo no hablo de liderazgo, sino de medidas represivas más eficaces. Que cada cual se comporte como quiera, pero sabiendo que su forma de actuar tendrá consecuencias.

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  5. Impresinante tu manera de hacer enfoque para la realidad cierta y que tantas veces abruma, la condicionalidad de cada acto depende de cada quién, por lo que deja aquellos que no concentran sus ideas en nada, que aprendan de conductas como las tuyas que talvéz den frutos.-
    Un gusto!
    Mi abrazo.

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Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

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