jueves, 22 de julio de 2010

Amor de verano




Mi amor de verano llegó por julio,
cuando el sol comenzaba a salir y el viento, en el sur,
parecía tranquilo.
En medio de las cigarras de la noche,
mirando a la luna tras el fuego,
cortando el aire contigo a mi espalda abrazada.
Aún recuerdo las espigas moverse
y tú colocando tu pamela, pensando qué sería del ayer,
un ayer tan cercano como impensable,
un invierno que dejamos atrás
y que entonces parecía ya olvidado.
Se abría un nuevo camino,
contigo sonriente junto a mí,
hundiendo los pies descalzos en la arena
y soñando que podíamos cambiar la vida.
Fue perfecto, tú sentada, yo mirándote,
cuántas horas dedicadas a explorarnos ya sin miedos,
en la playa o en el río, sentados en el césped
o desnudos en el agua.
Pedaleamos tanto por aquellos caminos...
cómo gritabas del miedo a caerte,
yo aferrado a tu inocente juventud,
tú con los brazos abiertos,
mirando con pasión al futuro,
sonriendo a una vida llena de ilusión y posibilidades.
Cuánta magia nos rodeaba,
tú abrazada a mis sueños y yo a los tuyos,
tirada encima mío, besándome hasta arrancarme el aliento,
y aquellas peleas por cualquier tontería.
Amor de verano que vino vestido de blanco,
lejano, pausado, sutil.
Va conmigo allá donde piso,
pues no hay nada como el sol de la tarde
y no habrá nada como aquellos ojos teñidos de azul.

martes, 20 de julio de 2010

Bienestar

Últimamente pienso que mucha gente no asume la posición social que le ha tocado vivir. Es decir, hay gente rica, hay gente con dinero, hay gente acomodada, otros que simplemente viven bien y finalmente aquellos que, con su esfuerzo, se desviven por pagar las deudas a aquellos que les prestan el dinero.

Pienso que en el colegio deberían de enseñarnos el significado de la palabra prosperidad. No deberíamos pensar en alcanzar ciertas cotas, sino en prosperar, y nuestro esfuerzo debería ir siempre enfocado a tal efecto. Está claro que personas que han nacido en entornos acomodados tienen una mayor facilidad para llegar a lugares simplemente inaccesibles para otros, pero no por ello debemos envidiarles o atormentarnos con la idea de una vida injusta y no equitativa.

A mí, personalmente, me fascina la idea de poder trabajar para hacer prosperar mi núcleo familiar y, con sacrificio, conseguir ir mejorando la posición de mi familia con el tiempo. Sé que hay personas muchísimo más acomodadas que yo y, es humano el comparar posiciones distintas en situaciones completamente dispares. No tendría sentido por mi parte criticar a otros por tenerlo más fácil, en todo caso lo tendría el criticarme a mí por no intentar mejorar mi condición y posición. ¿Qué sentido tiene pues el castigarse con comparaciones? La vida no trata a todos por igual, y los ritmos vitales son completamente distintos para unos que para otros.

Durante siempre y, ahora con mucha más fuerza, valoro más a aquellas figuras que en sus vidas consiguieron cambiar la trayectoria familiar para dotarla de un nivel de vida superior al que estaban acostumbradas. Valoro el sacrificio personal en pro de algo más grande que uno mismo, el bienestar futuro de las generaciones venideras. Valoro la personalidad del que no tiene nada y lucha por tener algo, del que tiene poco y trabaja por dar más a cuantos le rodean. Lo que no consigo comprender es la postura de aquellas personas que no aprecian el valor de cuanto han recibido y viven su vida de una manera contemplativa, sin necesidades ni aspiraciones, pues tienen todo resuelto.

Las familias deberían de tener un mayor sentido de la unidad y de ciertos objetivos y valores comunes. Noto cada día más que las personas hacen la guerra por su cuenta sin preocuparse por luchar en equipo por algo más grande que ellos mismos. Las personas cada día más se educan en la desconfianza, en la independencia y en la autonomía y descuidan otras facetas importantes en la vida familiar como son la lucha y progresión por un bien común, por un avance conjunto, en busca de la felicidad, el bienestar y la solvencia.

jueves, 15 de julio de 2010

¿Por qué me esfuerzo?



Cuando pienso en mi vida perfecta no pienso en hacerme millonario, pienso en algo muy distinto. Y es a lo que aspiro. Mi vida perfecta consistiría en poder levantarme a las 8 y media, bajar a la planta de abajo y poder desayunar en una mesa redonda perfectamente colocada, con su mantel de tela, sus servilletas y porcelana y sus zumos, panecillos y fruta. Pienso en, después de desayunar con algo de música y leyendo una revista, poder irme a hacer algo de deporte y nadar, para luego trabajar haciendo lo que me gusta con ilusión hasta una hora prudencial, por ejemplo, las 5 de la tarde. A continuación, llegar a casa y no tener que pensar en el trabajo hasta el día siguiente, poder dedicarme a mis cosas, al jardín, a hacer arreglos en mi casa, a salir con mi familia a diversos lugares, no andar con prisas... y algo muy importante, poderme ir de vacaciones un mes seguido todos los años.

Con eso me conformo, y por eso me esfuerzo, me da igual a la edad que llegue, el caso es conseguirlo :)

miércoles, 14 de julio de 2010

Suave


Aquellos días templados iban perfectamente con su temperatura corporal. Ella era mujer de poco hacer pero bien hecho y, en tardes lluviosas como aquella, su organismo reducía su oxidación al mínimo entrando en una fase de eterna pasividad.La casa vacía y calefactada parecía intimar con su físico en cada esquina. No había nada como la luz natural, y más con inmensos ventanales dando al jardín. Le encantaba ver las enredaderas deslizando el agua de los cristales al viento.

El vapor llenaba el cuarto de baño y escapaba por la rendija de la puerta. No había nada como aquella alcachofa extensa rebosante de gotitas de agua. Allí, bajo el grifo de ducha, cerraba los ojos con la cabeza levantada, dejaba correr el agua por su espalda, subía la temperatura hasta quemar y entonces templaba. Con gel limpiaba su cuerpo y luego aclaraba, limpiaba su pelo sin límites. Una vez limpia cerro el grifo chirriante y el agua poco a poco desapareció bajos sus pies quedando sólo la espuma. Tomó la toalla y se envolvió en ella delante del espejo, secó su pelo, sus muslos, su torso. Semiseca y caliente, salió al pasillo de moqueta descalza y comenzó andar hacia la habitación. Allí la luz fría entraba sobre el sofá, el radiador calentaba la estancia y sólo se oía la lluvia. Se tumbó. No había muchos ratos a la semana en los que los vecinos no estuviesen, era un verdadero placer escuchar el silencio. Abrió la toalla y no sintió frío.

Le encantaba mirar las gotitas restantes sobre su piel. Las tocaba y las movía, con los dedos de sus pies arañaba el borde del sofá, sentía su pelo mojado sobre el cojín. Clac clac, la rama del árbol arañaba la ventana, el viento sonaba. Agarró un caramelo de la mesa y lo metió en su boca. Respiró. Cerró los ojos e intentó dormir, aunque más bien en vez de hacerlo se limitó a soñar despierta. Tomó la manta y se la echó encima, era suave, le encantaba ese tacto en su piel. Pronto le fue invadiendo un cansancio cada vez más intenso, pero eso no le alejaba de seguir imaginando.

Poco a poco fue quedándose dormida y, con el paso de los minutos, la habitación fue perdiendo su luz. A la hora, casi era de noche y ella todavía seguía durmiendo, protegida por esa manta.

Pasó el tiempo y, despacio, sus sueños fueron quedando más al descubierto hasta encontrar un atisbo de consciencia. Entonces se volvieron manipulables y ella soñaba e imaginaba lo que quería. Fue progresivamente despertando y encontrándose en penumbra y con calor. Encendió una pequeña lámpara de luz cálida y se encontró atontada. El cojín estaba mojado por su pelo pero, en cambio, su cuerpo estaba seco, suave e impoluto. Cambió el cojín por otro y se abrazó, se recostó por placer, acurrucándose contra el sofá, continuando aquellos sueños tan maravillosos. Por fin estaba descansando. Así fue encontrando su medio, su temperatura, su posición.

lunes, 12 de julio de 2010

Sensaciones bonitas


Copyright: Daniel Colleman 2010. www.danielcolleman.com

Hoy me he parado a pensar mientras comía. No sabía muy bien por qué, pero estaba feliz. Y es que me acordaba de lo mal que lo he pasado por el cansancio acumulado estas dos últimas semanas y, curiosamente, de los momentos tan bonitos que he vivido. Soy una persona extraordinariamente sensible y perfeccionista en lo que hago y, cuando tras mucho pelear, voy obteniendo lo que ansío, no puedo evitar sentir y mostrar ilusión. Al repasar mis últimos reportajes no puedo evitar sentirme contento, feliz y satisfecho pues, tras mucho tiempo esforzándome, por fin comienzo a ver algún fruto a toda aquella insistencia y autoexigencia. Para mí, es un sentimiento muy íntimo y esperanzador que me coloca personalmente en un lugar privilegiado de mi continua insatisfacción y me hace recordar que soy capaz de alcanzar poco a poco aquellas cosas que hace tiempo ansiaba y no conseguía. Indudablemente, hoy no estoy en el lugar que estaba hace unos años y desde luego no me comporto igual detrás de la cámara hoy que hace tiempo. Me gusta esta sensación de seguridad, me gusta esta sensación de libertad y de expresividad. Qué bonito es mirar a algo y verte reflejado en algún modo, tu sensibilidad, tu forma de mirar la vida, tus defectos y tus virtudes...

Estas últimas semanas las he pasado como espectador de muchos momentos maravillosos, momentos en los cuales muchas personas han demostrado su lado más humano y próximo. La vida no es fácil a través de un objetivo. La verdad es que tiene cierto glamour y muchas veces no puedo evitar emocionarme, pero el observar desde la distancia a las personas comportarse en libertad no deja a ninguna persona con algo de sensibilidad indiferente. El otro día, haciendo precisamente esto, veía a las personas abrazarse, besarse, sonreir, hablar... se les veía felices, y de algún modo, no podía evitar sentir cariño por aquellas personas a las cuales no conocía y sin embargo estaba retratando. Durante todas esas fotos no paraba de meditar acerca de lo sencillos que somos y de aquello básico que rige nuestro comportamiento. Al final, todos necesitamos afecto y amor y de alguna manera, en algún instante, eso sale a la luz, pese a las diferencias y a la distancia que separa a las personas.

Había historias que contar, bellas historias que retratar y yo no podía sentirme apartado de tales emociones. De alguna manera, en fotoperiodismo, existe una ligadura emocional entre los sujetos, la historia y el fotógrafo. Esta ligadura llega a su climax en el momento en el que, como una palpitación, sabemos que ese es el momento que estábamos esperando y hacemos click, click y click. Cuando miro las fotos, recuerdo lo que sentí, recuerdo las emociones y veo el resultado de mi actitud. Una actitud que me brinda día a día frutos inolvidables de lo que una vez dudé podría conseguir y, cada día, con tesón, siento que voy consiguiendo.

Un ejemplo: http://www.danielcolleman.com/reportajes/una-boda-en-madrid

Un abrazo.

jueves, 1 de julio de 2010

Vosotras mismas



No entiendo por qué las mujeres tienden a arreglarse tantísimo para hacerse unas fotos. No entiendo por qué a las personas no les gusta verse naturales cuando, a mi opinión, es cuando mejor están. No hay nada más personal que ver a una persona tal y como está en su casa, tal y como se viste para ir a la playa, tal y como se viste en una cena romántica en vacaciones...

Cuando pienso en mi mujer, puedo decir, con la mano en el pecho, que jamás la he visto más guapa como en la luna de miel. Recuerdo una tarde en Bali que se puso unas simples sandalias y un vestido corto blanco de algodón... ahí me parecía simplemente soberbia. Sinceramente, prefiero ver a las personas como son. Prefiero mirar una foto y ver a la persona con sus defectos y con sus virtudes, con sus carencias físicas y con sus cualidades.

No estáis más guapas cuando os arregláis, estáis más guapas cuando se os ve tal y como sois, cuando se os ve felices, cuando se os ve relajadas. Todo lo demás, todos los adornos... todo es secundario. Porque de lo que se trata es de que, cuando pase el tiempo, os veáis tal y como erais. Y hoy, que os veis con bolsas en los ojos, con ojeras, o con unos cuantos kilos de más, serán los años dorados para vosotras dentro de 30 años. Porque la belleza de la mujer va con ella, es intrínseca, pero la belleza física es relativa y sólo se aprecia más con el envejecimiento del cuerpo.

Si hoy te ves mal, mira tus fotos de hoy cuando seas mayor, y entonces dime si no eras guapa tal y como eras, sin más, sin añadidos.

Qué horror



Ayer en el aeropuerto de Bruselas no podía sino sentir admiración por aquellos hombres que viajan sin despeinarse, perfectamente arreglados, aquellos que parece que su camisa sigue perfectamente planchada desde que llegan a la puerta de embarque hasta que se bajan del avión. Y les ves con su maleta de cuero negro, perfectamente peinados, altos y a los que los pantalones les quedan perfectos, y ese traje que les cierra, con esa pinta de vividores y con buen salario... Y es que ni sudan, por mucho calor que haga en la estancia, están perfectos siempre! Es realmente horrible, porque yo no podía sino mostrarme cansado, prácticamente dormido en el asiento de la sala de espera después de varios días de viaje, con mis vaqueros que desde luego parecían de todo menos elegantes... y les veías a ellos tan excelentes, tan perfectos... cómo lo consiguen?
 

Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

http://www.squidoo.com/daniel-colleman-fotografos-de-bodas

Fotografo de bodas