lunes, 31 de agosto de 2009

Barrios residenciales


Yo vivo en un barrio residencial. Vistos desde la calle, todos parecen iguales. Los niños en bicicleta, las calles por regla general desiertas y de vez en cuando sale alguien al jardín delantero o bien a tirar la basura.

Sin embargo, los que vivimos en ellos conocemos las carencias de estos lugares. La escasa vida social, la independencia de las familias que en ellos viven y el intenso silencio y paz se vuelve a veces insoportable.

Por la mañana en un mes de septiembre u octubre el escenario es siempre el mismo. Sobre las 9 de la mañana toda la gente comienza a sacar los coches de los garajes a la calle y los niños salen vestidos con las mochilas la mayoría de las veces guiados por la niñera hasta el coche. Mientras, los padres parecen seguir siempre el mismo protocolo, van dejando la casa lista, montan en sus coches y se van a trabajar.

En verano el escenario es muy distinto, todo está desértico. La mayoría de las persianas bajadas ponen de manifiesto las vacaciones.

Las relaciones entre vecinos son muy escasas, un hola y adiós cuando nos vemos, y si acaso alguna conversación apoyados en la barandilla con la única intención de "matar el tiempo" o bien "establecer relaciones". Relaciones que nunca avanzan más allá de una conversación en la barandilla la verdad...

Parece que aquí se respira paz y armonía, una vida equilibrada ansiada por muchos... la cultura del "chalet adosado". Sin embargo, lo que parece tranquilo a veces torna a sorprendente. Un buen día, en esa familia en donde todo parecía perfecto de repente oimos gritos, llantos que terminan con un golpe de puerta. Y entonces uno de los dos sale y se va al parque a fumar, o bien se monta en el coche y se va.

Al poco tiempo siempre hay alguna familia que se divorcia y el chalet pasa a estar "a la venta".

Tampoco es raro para los que estamos aquí ver cómo de repente "una misteriosa mujer", la cual no se la conoce por el barrio, entra en casa justo una hora después de que la mujer se haya ido. O tampoco es raro que un buen día aparezca la policía entrando en una casa.

Situaciones como un conjunto de robos en cadena motivan que los vecinos que nunca se hablaban se reúnan para conocerse e intercambiar ideas y opiniones, y ocasiones especiales como pueden ser las fiestas del municipio generan expectación y congregan a los vecinos en el parque para ver los fuegos artificiales.

Aquí hay vecinos que nunca se conoceran, mucha gente estirada, excesivamente independiente. Aquellos que sólo traen a casa a sus "selectos amigos". Eso de tocar la puerta para que te dejen "una ramita de hierbabuena" aquí no se estila... La gente prefiere lucir sus tremendos coches de más de 50.000 euros y pasearlos por la calle sin decir hola, montando a sus 2 hijos (niño y niña) y a su mujer mientras deja el perro en casa y cierra la puerta de su garaje automática con un mando a distancia.

Para aquellos que necesitamos otra serie de cosas esto a veces puede pintar un escenario muy triste y solitario.

Aunque... como bien se sabe... siempre es más verde el césped de al lado...

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Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

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