jueves, 18 de febrero de 2010

Mi Malena



Malena, este fue su nombre y, gracias a esta mujer, mis hormonas resoplaron en el aire con una efervescencia que sólo hoy, muchos años después, puedo reconocer como un interminable placer erótico, como una liberación. Recuerdo cómo me ocultaba entre la puerta de la panadería de mi padre, tras el mostrador, observando su cuerpo ancho y sus curvas acentuadas, sus pechos esponjosos, redondos y tensos, mis ojos no podían evitar la curvatura de su traje estampado en flores, ni su vaivén al andar, su trasero resonaba a mis oídos como dos tambores, me hipnotizaba por completo. Su sonrisa era perfecta, su piel blanca como la espuma, mi imaginación volaba deseando rozarla, sentirla sobre mi cuerpo aún no desarrollado por completo, disfrutaba desnudando su anatomía en la panadería, desde lejos, sin que nadie me viera, espiando cómo cortejaba a mi hermano, cómo jugaba con su mirada, era una mezcla entre sudor y frenesí que recorría mi cuerpo, desde sus labios hasta sus zapatos y, aunque sabía era inalcanzable para mí, no podía dejar de imaginar su cuerpo, veinte años mayor que el mío, enseñándome el placer del sexo, en medio de aquel lugar.

Entre tanto mirar, recuerdo cómo alguien abrió mi puerta destapando mi sonrisa y dejándome al descubierto ante mi Malena, con cara de tonto, mientras ella, perfecta, me dedicaba unas palabras de asombro, recuerdo que sabía mi nombre, algo que me ruborizó hasta límites insospechados. Pronto mi hermano me sacó de mi escondite, Pablo ¿qué hacías ahí dentro? ¿conoces a Malena?, a lo que yo simplemente pude mover mi cabeza de arriba a abajo intermitentemente, con mis ojos clavados en sus pechos, mis dedos haciendo garabatos entre sí y un picor en mi piel que todavía hoy puedo recordar. Sus ojos eran magníficos y el poder hablar con ella frente a frente, me aterrorizó tanto que apenas pude articular palabra. Anda, vete a jugar fuera, aún es pronto, seguro que tus amigos están en la calle. Ante tal dulce voz yo sólo supe quedarme callado, mirando sus cabellos negros y ondulados sobre sus hombros, esa cinta roja en su cintura de avispa, ese escote de infarto. Pablo, haz caso a Malena, nosotros tenemos que hablar de cosas de mayores, dijo guiñándome un ojo, aunque mi hermano parecía demostrar más un interés hacia lo que estaban hablando que hacia mí, cosa que me intrigó y, al salir a la calle, no pude evitar espiarles desde el escaparate. Lo sorprendente, no fue verles hablar, sino observar cómo al poco tiempo se fundían en un beso apasionado que acabó arrastrándoles a la pared, no sin antes dejarme ver sus muslos, preciosos, carnosos, y poco más tarde llevándoles enzarzados en una lucha campal hacia la misma habitación donde yo antes me ocultaba, cerrando la puerta con una mano sin mediar palabra.

Así pasé mis maravillosos quince años, entre puerta y puerta y viene Malena, corre, Pablito, vete fuera. Pero qué quince años, qué maravilla, aunque mejor dicho, qué bien llevados los suyos, cómo me anestesiaba con esos vestidos de espalda al aire, con esos tacones, con esas gafas enormes que le tapaban la cara. Recuerdo que cada día su vestido era distinto, no llegaba a entender cuántos podría tener en su armario, mas no importaba, la aventura de adivinar el siguiente me mantenía a menudo en vela toda la noche y, cuando llegaba el jueves, mi cara parecía la de un muerto sirviendo el pan a los vecinos. Qué te pasa Pablo, te veo mala cara chico, ya señora, apenas he dormido, ¿y eso?, me dolía la tripa Mari Carmen, respuesta con la que ella no parecía asombrarse, ya me lo decía a menudo, debes comer más verdura, ya se lo decía yo a tu madre, se va a malacostumbrar, debes hacerle comer de todo. Pero lo excitante no era la espera, pues aún lo era más su llegada, de sólo pensarlo se me erizan los brazos, su taconeo firme y seguro inundaba la tienda, ¿Mateo? ¿hay alguien?, y cuando mi hermano no estaba debía salir yo, callado, con cara de no haber dormido por su culpa, Malena, se fue hace horas, murmuraba entre bostezos, ¿y sabes cuándo va a volver?, ni idea respondía, ocultando la verdad, que no había salido, que estaba en su cama con gripe, que yo era un mentiroso y ella la mujer con quien soñaba cada noche. Así recuerdo cómo me quedé a solas por primera vez con ella, con ese vestido blanco, ceñido hasta los más absurdos límites, con ese sujetador levantando unos pechos que a mí me pillaban demasiado altos, con unos labios pintados de un color rojo intenso. Callado, con mis manos unidas y sudorosas ví cómo recorría la tienda andando, mirando las paredes, los objetos, miró la puerta donde se escondía con Mateo, se quitó los guantes y mordió sus gafas. Bien, dame entonces dos pistolas, supongo que tú podrás servírmelas, ¿verdad?. Cla, cla, claro, cómo no, y mis pies repiqueteaban en el suelo mientras mis manos tanteaban las barras de pan y mis ojos la miraban, atentos. Pablo, ay amor, estás cogiendo los croissants, las barras están al otro lado, y mis mejillas se llenaron de sangre hasta parecer que explotaban. Ella apoyó sus brazos sobre el mostrador para acercarse y yo sólo pude mirar sus pechos estrujándose contra el mármol, con ese sujetador blanco con bordados que lo elevaba hasta el cielo, Pablo, ¿estás bien?. Yo no podía dejar de temblar y ella me ayudaba con una sonrisa. Mira, Mateo me las suele dar de las más blanquitas, no me gusta nada el tostado, ya sabes, manías de mujeres. Y yo, como una marioneta manejada por su voz, cogí las dos barras, las metí en una bolsa y se las dí. No me preocupé ni siquiera en cobrarla, ella ya se ocupó de dejarme las monedas en la mesa y salir batiendo su trasero de un lado a otro, abriendo la puerta y, en el último instante, girándose, como un ángel, mordiendo sus gafas de pasta negras y giñándome un ojo, algo que aún hoy, años más tarde, no puedo dejar de recordar como el gesto más perfecto, más femenino y más sensual de todos y cada uno de los que he podido ver en mi vida. Así era Malena, mi Malena.

10 comentarios:

  1. "Malena es un nombre de tango", pero nada que ver con la tuya.
    Me encanta bucear en tus relatos donde el agua se torna en sentimiento. Descripciones así merecen la pena un comentario.
    Un saludo.

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  2. Sensacional, fantástico!!!!! BRAVO!!!!!! Deberias escribir un libro!!!!

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  3. PENELOPE: gracias bonita, hacía mucho que no te veía por aquí! me alegro verte ;)

    ANONIMO: El libro que comentas está escrito por una escritora que está a años luz de mí, su talento es inmenso y no merezco ni siquiera su comparación. Muchísimas gracias por tu comentario, se agradece mucho. Un saludo.

    CLARA: jeje, gracias! lo cierto es que hay algo ya en la parrilla ;)

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  4. Bueno cariño, lo del Bubok también deberías pensarlo tú. ¿Sabes? me hace muchísima gracia: un par de fotógrafos metidos a escritores, jajaja
    A ver si publicamos y nos hacemos juntos la promoción!!

    Un beso grandísimo. ¡La verdad es que me haría tremenda ilusión esta idea!

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  5. Buen relato, me ha gustado!
    Como ves ando con el tiempo justo para todo, a ver si el fin de semana lo aprovecho un poco más y me da tiempo a todo lo que tengo pendiente...
    Venga, a pasarlo bien! :)

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  6. Bello y sentido recuerdo por como lo expresas, con el cariño lejano de lo que entonces llegaste a sentir descubriendo lo que era enamorarse...Si Malena llegara a leerlo, la encantaría verse descrita como lo has hecho...
    Felicidades por tu sensibilidad y buen gusto a la hora de describir a las mujeres, en este caso, una mujer especial para tí.

    Que tengas un bonito día.

    Un Beso y un Abrazo.

    Paloma.

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  7. Ay ay ay, que me da que ha sido sólo ficción jajaja. Igualmente me ha encantado ;)
    Beso.

    Paloma

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  8. Sea ficción o no?La cuestión es,que para mi,este texto tiene la genialidad de fusionar dos tipos de descripciones:el sexual(lo que le lleva a fijarse en su cuerpo de mujer, sexualmente hablando)y el emocional(en este caso carente de romanticismo y mas bien erótico).Lo veo,mas erótico que emocional o sentimental.

    Espero,que si editas,no te vuelvas una Isabel Allende.Ni tan poco un bestseller, tan de moda...

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  9. JO GRASS: Lo del Bubok ya lo he pensado yo tranquila jejejeje. Quien sabe! lo mismo da la casualidad de que salimos a la luz a la par! jajaja

    AIDA: ya veo ya, bueno, no te preocupes, tómate el tiempo que necesites! Besos Audrey!

    PALOMA: sí, es sólo ficción jajajajaja, pero muchas gracias, me alegro mucho que te haya gustado ;)

    ALBERTO VERGAL: Muchas gracias Alberto, lo cierto es que he intentado mezclar ambas cosas, algo que parece has captado muy bien. Lo de convertirme en una Isabel Allende... jajajaja vamos a dejarlo jajajaja. De bestsellers nada de nada!!! jajajaja

    un abrazo.

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Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

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