lunes, 15 de febrero de 2010

Masoquismo - Parte II



El sujeto que definía en el post anterior, espero que con claridad, sobrevive diariamente a una violenta tragedia sadomasoquista. Incluyo el prefijo sado- dada la simbiosis entre ambos términos. Alguien que experimenta el masoquismo no está haciendo otra cosa que ejercer el sadismo contra su propio yo, por tanto es posible el que en algún momento lleve a externalizar tal sadismo contra otros, de manera injusta.

Estas personas sobreviven diariamente a sí mismos mientras presencian inconscientemente cómo su yo es incapaz de posicionarse y definirse pese a gozar de libertad. Se someten así pues a su superyó en un acto de desesperación, de aniquilación de sus deseos, de búsqueda de su placer. (Véase los orígenes psicoanalíticos de Freud - aclararé que no pretendo con todo este planteamiento entrar en debate acerca de la veracidad y plausibilidad de complejos tales como el de Edipo y Electra y toda la teoría de ellos desarrollada -.)

Este comportamiento es visible en numerosos hombres y mujeres en mayor o menor medida. El cómo sobrevivir a tales personas es una tarea ardua que muchas veces requiere de un aprendizaje previo basado en la propia experiencia. Llegan a convertirse en lastres para nuestro ser, llegamos a sentir compasión, pena, incluso tendemos a prorrogar nuestra relación en un alarde de superarnos a nosotros mismos, a sabiendas que no tiene futuro. Os podría remitir a una lectura bastante adecuada para tal sensación: "La impaciencia del corazón" de Stephan Zweig.

Cada persona tiende a relacionarse de distinta manera con quienes le rodean, no es una tragedia el renunciar a alguien, sino una elección personal como cualquier otra que nos motiva, incentiva y direcciona en nuestra propia autodefinición. Somos libres para ser como queremos ser y por tanto la actitud de otros no debe alejarnos de tal experiencia.

Está claro que de manera inherente en toda persona se presenta un enfrentamiento entre lo que es de manera natural y lo que ansía ser. Así surge el planteamiento por parte de Freud del Ello, el Yo y el Superyó. El Ello es la manifestación psíquica de nuestras pulsiones o deseos, nuestro instinto. El Yo actúa como mediador entre lo que tiende desesperada e inconscientemente a conseguir el Ello y lo que dicta el Superyó. Finalmente, éste último aparece como una instancia moral que delimita lo correcto de lo que no lo es y por tanto engloba e internaliza las normas, reglas y prohibiciones parentales. Los sujetos masoquistas tienden a someterse a su superyó por su incapacidad a liberarse, a realizarse. Surgen de esta manera personas dependientes que actúan como lastres de los que no lo son.

Opino que todos vislumbramos tendencias masoquistas en nuestra persona. Sin embargo, unos más que otros, tienden a identificarlas y se elevan así sobre sí mismos para combatirlas. El liberarnos de todo aquello que atenta contra nuestra propia expansión es un acto de responsabilidad, de autosuficiencia y de evolución.

Para finalizar, debo mencionar algo que pronuncié en mi anterior post. Hice referencia a una mayor tendencia al masoquismo por parte de la mujer que del hombre. Esto es puramente subjetivo, está claro. Pero sí que identifico en el género femenino una propensión a tal expresión. Si analizamos la posición de la mujer en la raza humana veremos que, sin poder de elección, se ve sometida a una servidumbre en pro de la supervivencia de su especie. Es ella la portadora de la llave que permite la gestación y por tanto, inconscientemente, esto actúa como una esclavitud psicológica de la cual no puede escapar. Así pues podemos apreciar cómo la mujer es confinada a una posición única que debe asimilar desde pronta edad. Si a esto aunamos la presión social que desde años ha infravalorado a la mujer, parece mucho más claro que éstas sean propensas no sólo a forzar un crecimiento personal más ágil y sólido, sino a verse también temprano en disyuntivas que les hagan recapacitar acerca de la vida, de sí mismas y de su condición. Por ello, pienso que tal situación propicia una fertilidad para tal tendencia.


Un fuerte abrazo,
Daniel.

1 comentario:

  1. Me doy cuanta, a raiz de tus escritos, de lo importante que es estar bien con uno mismo. Aceptarnos como somos, no entrar en continuas luchas contra nosotros mismos. La mayoría de las veces, somos nuestro peor juez... Al menos a mí me sucede así...

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Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

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