jueves, 21 de enero de 2010

Recuerdos



Aún recuerdo como si fuera ayer aquellos tiempos en los que yo, ignorante de todo, iba a un colegio donde tenía la fama del típico empollón, delegado de clase, aquel tan formal que poco arriesgaba, aquel niño inocente con miedo a todo, al que todos zurraban y el que, a muchos, les caía mal. Por si fuera poco, no era guapo, aunque yo no puedo dejar ahora de mirarme tiempo atrás con cariño. Aquello me ocasionaba el que tuviese muy poco éxito con las chicas y ello suponía que, mis mayores distracciones por entonces, fuera y dentro de casa, fuesen los libros. Era pues el típico niño "rarito", aunque prefiero verme como lo más bonito que me han dicho desde hace mucho tiempo, algo que me lo dijo precisamente una excompañera de clase, muy buena amiga, la cual tengo la suerte de conservar aún hoy: me dijo que siempre fui diferente.

Por entonces no me sentía integrado, me sentía aparcado, aislado, y esto me llevaba muchas veces a sentirme fuera de onda del resto del mundo de mi edad. Pasaba los días sumido en mis pensamientos, en mis sentimientos, en mis ideas y sueños. Mientras, en los recreos, era a menudo el conejillo de indias de muchos que, con sus motes y rebotes, jugaban conmigo a sentirse los más fuertes. Yo, continué siendo durante mucho tiempo bastante asocial la verdad. Y, lo reconozco, por qué no, aún hoy conservo parte de aquella faceta tan personal en mí.

Durante muchos años me dejé guiar por aquello más imperante en mí, el miedo. Tenía miedo a casi todo y era capaz de enfrentarme a alguien que intentara hacerme daño. Fui un niño sobreprotegido y rebelde. Sí, rebelde, no del tipo que muchos imaginan, sino rebelde de pensamiento, rebelde de ideas, de sueños, de ilusiones. Yo y mi mundo, mi círculo, mi modo de ver la vida a través de ese prisma tan personal y sensible.

Todo ello me hizo ir, por regla general, por delante de mi edad y, también es necesario puntualizar, llevar un estilo de vida más propio de alguien vitalmente más experimentado. Esto fue un arma de doble filo. Resultó que con el tiempo, gracias a esta forma de ser y sentir, tuve la oportunidad de relacionarme con personas intelectualmente muy activas y vibrantes, personas sensibles, apasionadas y con valores. Debido a esto, probé distintos puntos de vista, indagué en sus ideas, exploré facetas de mí que no conocía. Sin embargo, todo ello provocó que me despegara progresivamente aún más del estilo de vida imperante en la gente de mi edad y acelerara mi vida a un ritmo el cual no era el habitual.

Pronto vinieron los chascos, las amarguras, los llantos y los primeros contactos con el dolor. Aquel chico que tanto llevaba la delantera recibía sus primeros golpes de humildad y descubría que, ni era tan listo, ni era tan valiente, ni era tan inteligente. Mi concepción de mí mismo bajó estrepitosamente hasta niveles inalcanzables llegándome a sentir un completo inexperto en temas cotidianos como el amor, el sexo, los sentimientos, la convivencia, la evolución personal. Comenzaba así pues una introspección apasionante que me catapultó hacia mi nivel actual de ignorancia.

Mientras, durante todo ese periodo de contínuas reflexiones y meditaciones acerca de dónde vengo, dónde voy, quién soy, qué busco y qué quiero... experimenté la sensación de un tiempo que me llevaba y no podía controlar, mis primeros reproches, mis primeros enfados, mis primeras riñas por amor, mi primera crisis. Y entonces, aquel niño que una vez se sintió un privilegiado por su forma de pensar, por primera vez en su vida, sintió todas sus fichas en jaque. Fue mi primera y única crisis con mi pareja y me sentí desbordado, angustiado, desorientado. No solamente era incapaz de llevar la situación sino que sentía que todo lo aprendido no conseguía ponerlo en práctica. Era incapaz de tomar las riendas de mi vida, todo se me derrumbaba.

Vinieron entonces las charlas con amigos, las comidas forzadas de última hora con personas que, sin saberlo, vinieron a mí con una sabiduría y una entereza que sólo entonces valoré con toda su impedancia, los consejos vitales tan preciados que aún viajan conmigo, aquellas anécdotas que tanto me sirvieron... Me sentí ínfimo, pequeño, inútil, ignorante, sin experiencia. Personas a las cuales no dí mucha importancia antes, se desplegaban ahora ante mí como estandartes de una autoridad personal que yo necesitaba y era incapaz de conseguir.

Entendí lo que era el dolor y sólo entonces aprendí a dar valor a lo importante. Vino entonces una etapa de desarrollo personal y crecimiento en la que experimenté la satisfacción de conseguir agarrar tu vida por los huevos, plantarse cara a sí mismo y hablarse con total sinceridad, entendiendo mis defectos y mis carencias. Comencé una nueva etapa.

Todo ello, tras mucho tiempo, me ha llevado a un día como hoy, y sólo así he pasado de ser el niño empollón al mayor de los ignorantes. Aún hoy, sigo conservando en mí esa sensibilidad y esa curiosidad tan típica de mí cuando era niño. Sin embargo, he ganado en experiencia y, cuanto más avanzo, siento que aún más me queda por avanzar. Soy pues el mismo niño que era antes, sigo dejándome pegar por algunos, y sigo sin responder con nuevos golpes, pero cada vez los esquivo mejor. Cada vez quiero más al niño que hay dentro de mí y lo protejo, lo cuido, porque sólo él engloba lo más puro de mi esencia y sólo él es capaz de entretenerse mirando al cielo, sólo él es capaz de sentir como siento en noches como éstas, sólo él es capaz de lo más bello que encierra mi alma. Gracias a él aprendí que el amar es una elección, es pura acción, y entendí que, al contrario de lo que muchos piensan, el amor es fruto del verbo.


Feliz viernes,
un fuerte abrazo.

7 comentarios:

  1. Ay, Dani, o eres la versión masculina de mi misma o por lo menos, el personaje que describes me recuerda demasiado a mí, vaya!, como si hubieras estado leyendo mi diario personal a huertadillas.

    Un besote. Después de lo que escribí anoche en mi blog, solo me faltaba leerte para poner los archivos de la memoria en plena ebullición.

    Un besote grande. Felíz fin de semana

    A mí me toca llevar a 4 niñas a ver Avatar ( que ya he visto en VO y 3D). Voy a parecer la monitora del casal del barrio, jaja

    ResponderEliminar
  2. Me encanta el recorrido de este texto. Tienes suerte, eres capaz de evolucionar, de asumir las cosas y avanzar con más fuerza. Otros nos estancamos una y mil veces.
    Como verás, estos días estoy liadísima. Ando todo el día de un sitio para otro y estudiando a la vez. A ver si el fin de semana me pongo al día con el blog, que echo de menos este mundo. Menos mal que ya es viernes!
    Un beso y feliz inicio de fin de semana!

    ResponderEliminar
  3. Gracias por vuestros comentarios, me alegráis cada post con vuestra forma de mirarme y mirar lo que escribo. Es un verdadero placer poder contar con dos personas tan agradables como vosotros en mi blog que, al fin y al cabo, es un trocito de mi vida cotidiana.

    Gracias,
    GUAPAS!

    ResponderEliminar
  4. También fui una niña retraida y poco popular en el colegio.Lo cierto es qu enunca me ha atraído la idea de ser popular pero sí me sentía apartada y diferente y en muchos momentos deseé ser igual a las demás.

    Hoy por hoy aunque no he superado el miedo, que sé que me acompañará toda la vida, puedo decirte que gracias a sumergirme en mi misma me conozco quizá un poco más que los demás se conocen a sí mismo..eso sí..insocial soy y no sé vivir de otra manera.

    Besos y buen fin de semana;)

    ResponderEliminar
  5. Querido Dani,

    Como siempre me emocionas con tus sentimientos, colocando las mejores palabras y llevando la esencia de la emoción, al punto sincero, ingénuo y verdadero. He de confesarte que cuando más sé de algo, menos sé de ello. Flaqueo, tropiezo, estalló, me hundo en las mayores de las tristezas....pero cada vez estoy menos tiempo en ello, mi fuerza interior, es mi niña interior. Cuantas veces he tenido que ir a rescatarla, cogerle la mano y abrazarla. Y sigo ahí,con la altivez de la humildad impregando mi mente. Mi infancia y adolescencia fué mayoritariamente triste y forjé un mundo de ilusión y fantasía. También era muy "rarilla", me convertí en la salvadora de todos, excesivamente espiritual.(tampoco es bueno) Sabes...la mayor aventura en el autoconocimiento lo tenemos en la pareja. Es el único lugar en donde, somos como somos, tarde o temprano. Nuestra pareja es nuestro espejo y vicebersa. Sí los dos son conscientes de ello, la evolución de los dos, como seres individuales y de la pareja como unidad, es maravillosa y espectacular.
    Es una bendición tener una pareja que te acompañe y sea un maestro (vicebersa).

    Como siempre un placer leerte, comentarte...y recibir tus sabios comentarios. Gracias amigo.

    Un abrazo muy sereno
    Namasté

    Buen fin de semana.

    ResponderEliminar
  6. Dani,

    Todos los chicos de tu clase, los que estan en la foto e imagino incluído tú, ¡sois muy guapos!
    ¿Quién eres tú? ¿en qué lugar del grupo te encuentras?....no percibo ninguna diferencia en "guapuras y fealdades", todos estais muy bien.
    Los que somos tímidos y nos sentimos un poco "raros", nos sentimos hasta fe@s, nuestra propia inseguridad nos traiciona y a veces hoy en día en mí, me sigue traicionando.

    Un abrazo muy sereno,
    Sé feliz

    Namasté

    ResponderEliminar
  7. SIMONE B: muchas cosas que nacen con nosotros mueren con nosotros. El aceptarlo es nuestra única opción. Me alegro de tenerte por aquí y de disfrutar con tus palabras.

    Gracias por pasarte!!

    NAIA: muchas gracias a tí por pasarte y dejarme tus comentarios, siempre son bienvenidos. No es nada malo ser retraído, es más, te permite potenciar facetas que otros no consigues explotarlas al máximo.

    Los chicos de la foto no son de mi clase, es una foto tomada de internet jeje, pero muchas gracias por tus palabras. Yo no es que fuese demasiado tímido, es que, objetivamente, miro mis fotos, y no es que fuese feo, pero tampoco era guapo :-).

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

 

Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

http://www.squidoo.com/daniel-colleman-fotografos-de-bodas

Fotografo de bodas