martes, 26 de enero de 2010

Miedo



No son muy diferentes los días cuando tienes quince años, es más, tu vida resulta lo más parecido a un internamiento militar donde tu única finalidad es convertirte en un hombre, dependiendo lo que se entienda por esta palabra, por supuesto. La rutina de la escolaridad se ve interrumpida en algún u otro momento por los típicos niñatos cuyo único entretenimiento es meterse con otros, provocarles, insultarles y reirse de ellos. Curiosamente, su principal objetivo son aquellos en clara contraposición a su virilidad, es decir, aquellos más sensibles y con más retraimiento social. Aún recuerdo mis largas tardes hablando con mi padre acerca de los múltiples "asaltos" sufridos de camino a casa, a la salida del colegio, así como su impotencia ante unas circunstancias que le sobrepasaban. Mi sensibilidad generaba un miedo irracional a plantar cara a aquellos chavales más altos, más fuertes y con un carisma mayor que el mío. Dolía soportar aquellas voces en medio de la calle o en el parque, viendo cómo todos mis compañeros agachaban la cabeza mientras asistían a mi linchamiento público. Mi delito era ser como era, sentir como sentía y afrontar los días tal y como los afrontaba.

No puedo hacer nada papá, no puedes hacer nada, si les dices algo mañana me pillarán en el parque y será peor. Y no puedo pegarles, me da miedo, me tiemblan las piernas.

Ahora entiendo lo que sentía mi padre por entonces, entiendo sus gestos, sus ganas de arremeter contra ellos, su ira y su violencia. Comprendo aún más sus charlas con mis profesores, conversaciones que sólo incrementaban el problema tornándolo público. Él, inundado por la impotencia, y yo, sobrecogido por el miedo. Cómo iba a afrontar yo un problema así sin experiencia alguna, con una sensibilidad como la mía y a sabiendas que determinado tipo de reacciones no iba conmigo. Sólo me quedaba aguantar.

Lo que no sabía, es que los golpes que no se dan por primera vez a una determinada edad, se pagan caro en el futuro.

Fui incapaz de abordar el problema, me superó contínuamente frente a varias personas durante más de cinco años de mi vida. No fue culpa de nadie, pero lo que tiempo después veo claro es que las frustraciones y los miedos de mis padres acrecentaron mi incapacidad para abordar las circunstancias. Fui un niño sobreprotegido y miedoso y aún hoy siento las consecuencias de tal educación.

No se trataba de golpear y darle su merecido, se trataba de vencer mi miedo, de enfrentarme a mí mismo, asumiendo el precio que conllevaba.

Todos sabíamos que pegar estaba mal, que insultar estaba mal, todos teníamos perfectamente claro que después de dar un golpe, probablemente me darían veinticinco más y que dolería, sería duro, por supuesto que sí. El reto no era violar mi sentido de la ética, era aprender a dominar mi forma de ser, mi persona, superar un obstáculo aparentemente insalvable. Y, si las cosas se pusieran muy feas, entonces contaba con respaldo, era mi padre quien hubiera debido tomar el control de las circunstancias, para eso estaba ahí. Muchas veces para aprender es necesario violar las normas.

Sin embargo, no siempre esto es posible en la vida cotidiana. Muchas veces, es más inteligente quien esquiva estas circunstancias, pero es necesario perder el miedo que nos domina ante la adversidad.

Esto que parece tan simple y tan habitual en nuestro día a día es crucial en la edificación de la personalidad. Sin ésto, no sabremos enfrentarnos a situaciones conflictivas lejos ya de la escuela, como por ejemplo en la vida laboral. Nuestro miedo será un lastre que nos impedirá disfrutar la vida con intensidad. Lo que es para un niño hoy un problema de peleas, insultos y motes, puede perdurar en el tiempo como un obstáculo a su desarrollo personal. El conseguir ser una persona valiente, independiente, solvente y a la par sensible no es tarea fácil. Es factible, pero requiere dedicación y paciencia. Sin embargo, muchas veces, es necesaria una orientación, pero para ello hace falta ser capaz de actuar con autonomía y autocontrol. Como dijo Platón "el hombre inteligente habla con autoridad cuando dirige su propia vida".

Las personas capaces de enfrentarse a sus miedos desnudos de todo causan en mí admiración. Aquellas cuya seguridad proviene de su posición social, su capacidad económica o bien su puesto laboral no despiertan interés alguno en mí pues no son valientes, son tiranos e inútiles.


Feliz martes,
un abrazo.

3 comentarios:

  1. Vencer el miedo es uno de mis objetivos pendientes. Todos sentimos miedo alguna vez, lo importante es saber afrontarlo y superarlo. ¿Cómo hacerlo? Eso ya es más complicado...
    Feliz martes para ti también!

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  2. Querido Daniel,

    El Gran Torino, es una pelicula desgarradora y con una carga emocional muy intensa. Todo lo que hace Clint E. es impresionante, lo adoro.

    El miedo, es el producto que el ego cocina en nuestra mente. El miedo, los miedos son el reflejo de nuestras inseguridades. Yo soy un poco miedosa, insegura y con dudas...Mis aliados son la reflexión y la meditación. No me gustan los enfrentamientos y cuando he estado en medio de uno, no he sabido moverme dentro de tanta energía mal canalizada. Vamos que soy un desastre, un poco histérica...en fin que lo mejor es hablar con la verdad por delante y afrontar las situaciones con valor y coraje. Aunque a veces mi vergüenza y timidez me han hecho muchas jugadas.

    Estoy cada día transformando mis miedos, porque sino, ellos me paralizan y bloquean, no siendo bueno para mí.

    Un abrazo muy sereno
    Namasté

    Me ha gustado tu blog. Haces fotos muy limpias, transparentes. Sacas la belleza de cualquier persona y lugar. Felicidades.

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  3. AIDA: yo pienso que el miedo inherente a nuestro ser no se puede vencer, se puede afrontar. Sin embargo, con experiencia y autoconocimiento, puede llegarse a dominar.

    Un abrazo.

    NAIA SALUD: de igual modo que a tí, todo lo que hace Clint E. me encanta.

    Es interesante lo que dices, "estoy cada día transformando mis miedos", pues revela que efectivamente el miedo no se erradica, sino que se canaliza y se domina. La manera en la que una persona controla y afronta sus miedos dicta su forma de ser.

    un abrazo.

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Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

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Fotografo de bodas