martes, 10 de noviembre de 2009

Poder




Me llama la atención la capacidad del hombre de sentirse atraído por el poder y por aquello que les hace distinguirse de otros hombres. Sin embargo, por regla general, la mujer no tiene esa necesidad.

Está a la orden del día el ver cómo el hombre trata de conseguir un trabajo mejor remunerado, conducir un mejor coche, tratar de adquirir mayores responsabilidades laborales que le permitan escalar a otra posición jerárquica...

Por regla general, el que no lo ha conseguido lo ansía y si no lo ansía le gustaría. Es la sensación que aporta el poder lo que nubla la mente de las personas.

Sin embargo, en lo que se distinguen comúnmente los hombres de las mujeres es en el grado de atracción que experimentan ambos sobre lo mismo. El hombre parece sentir una necesidad de "pavonearse", de marcar su territorio. La mujer por el contrario vive otro tipo de vida, siente en menor medida esa atracción. Cuántas mujeres hemos visto que persiguen su felicidad, una estabilidad personal, una relación afectiva y amorosa placentera... y cuántos hombres hemos visto que luchan por vivir mejor, por darles a su familia la posibilidad económica de tener acceso a nuevas ventajas, bienes y placeres.

Si ya de por sí esta atracción para el hombre es grande, la sociedad actual lo acentúa. Esto ocasiona que muchos hombres persigan una felicidad ficticia que no existe, se frustren al no conseguir la mayoría de sus metas y sientan en su vida el sentimiento de fracaso. Este sentimiento les acompaña en su vida familiar y entonces vienen los problemas en el plano personal. Todo es una bola de nieve que proviene de un gran paradigma.

Lo curioso de todo esto es que hoy en día la influencia social es tan grande que hasta las mujeres están comenzando a sentirse profundamente atraídas por tales necesidades de poder, posición social y superioridad. Me resulta a veces hasta cómico el ver cómo una mujer se baja de su Porsche Cayenne para ir a por el pan con sus dos niños y vestida impecablemente a la última mientras parece pavonearse con un aire de superioridad con respecto a los demás. Yo no la envidio, la verdad es que no. Suelo preguntarme... ¿Cuál es el precio que esa mujer estará pagando por tener todo aquello que exhibe para comprar tan sólo 2 barras de pan?

No obstante, he de decir que afortunadamente esto no ocurre siempre. Todavía existen hombres y mujeres que sobreviven a esa atracción y son capaces de luchar en la dirección correcta, en aquella que les guía hacia su propia felicidad real y la de los suyos.


Un abrazo.

4 comentarios:

  1. Voy a pensar mi respuesta y luego contesto.
    Interesante el precio del poder...

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  2. Myself: me gusta que en este blog comente gente diariamente como tú, capaz de frenarse, pensar en su opinión y en qué respuesta dar y luego darla. Enhorabuena. Eso es lo que persigo, crear un círculo de gente interesante.

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  3. Afortunadamente hay gente que sobrevive a ello en una sociedad donde se valora más lo que tienes, la imágen, que el propio intelecto de las personas. Los medios fomentan modelos estéticos para muchos inalcanzables y como consecuencia de ello surgen inseguridades y a menudo complejos que te llevan a desear lo que tiene el otro y tu careces de ello. Por otra parte te puedes enamorar de alguien que sea rico y al fin y al cabo tener el poder que alguna vez todos hemos deseado.
    PD.Me voy al supermercado...besines.

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  4. "Por otra parte te puedes enamorar de alguien que sea rico y al fin y al cabo tener el poder que alguna vez todos hemos deseado."

    Me ha llamado la atención esta frase tuya. No es lo mismo el que se encuentra en el poder que el que se codea con él. Hay una diferencia abismal y radica en la responsabilidad que conlleva el mismo. El administrar y conducir ese poder requiere de una increíble fuerza.

    Besos.

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Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

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Fotografo de bodas