viernes, 13 de agosto de 2010

Love Paris in the spring time...



Desde el primer momento en que,
leyendo, en un café, tú llegaste a mi vida,
como el mar, mojada por la lluvia de la calle,
supe que te amaba.
Lo sentí al ver tu pelo moreno empapado,
tus rizos ondear callados
y tu cara flexionar sus músculos al darse cuenta
que tu mesa, ya estaba ocupada.
"Lo siento", no sientas nada,
yo estoy encantado, cómo te llamas.
Susana, un nombre suave como aquella tarde,
como las gotas que deslizaban entonces por tu cara.
Y entonces, ligeramente apoyada,
detectaste en mi mirada que mis ojos no mentían,
no ocultaban mi interés, y tú, risueña,
quisiste quedarte sentada.
Podemos compartir unas horas, si no te importa.
Importara o no, quería abrirme paso entre tu tiempo,
ver cómo te arrancabas el abrigo, dejándolo en la silla,
observar cómo tu cara quedaba sin aquel gorro de lana,
ver tu rostro un poco más limpio, en silencio,
al saber que te miraba.
Y dime, cómo has caído por aquí.
Verás, no lo sé, por cierto, qué quieres.
Até a sus manos mi corazón,
entre tanta madera,
entre el mármol de las mesas,
condenado a no liberarse nunca de aquel amor,
por intentar tocar su aliento.
No quiero nada, me gusta mirarte.
Bien, a mí también. Que me mires, claro.
Te encontré como podía haberme levantado e irme,
con mi abrigo, mi paraguas y mi reloj,
y al cerrar la puerta hubiéramos chocado,
tú con tus ojos azules y yo con mi cabeza agachada,
perdona, no, no, perdóname a mí.
Jugando con la intrigante sensualidad de tus labios
pasé a tu estancia porque me dejaste,
me encantan, te dije.
Fue como un latido, tu boca, tu risa,
a mí cayó tu sonido como la lluvia de fuera.
Se lo dirás a todas. Qué va, espero no te moleste.
E, improvisando, te acercaste a mí con tu jersey blanco,
tus ojos vibraron al tenerme tan cerca,
mis facciones atajaron la distancia con una sonrisa.
No deberías acercarte tanto. Por qué.
Por mí, es decir, has llegado tal cual,
y ahora estás aquí, y yo sentado,
tan próximo a tu cara, a tu boca.
Quizás es miedo. No, para nada.
Entonces es deseo. Quizás.
Y probé la esponjosidad de sus labios,
teñidos de carmín,
apoyando sobre los míos mientras cerraba los ojos,
suave, como aquella tarde,
como aquel café.
Cayeron en mi boca como un terrón de azúcar,
desmenuzándose y compartiendo su saliva,
chocando contra aquellos dientes,
cruzándose con la piel de su cara.
Sentí su cuerpo entero en aquel beso,
lo desnudé para mí, delante de todos.
Y bien, qué hacemos ahora.
Tú dirás,
no, no. Mejor,
mejor dímelo tú.

2 comentarios:

  1. este me ha gustado Dani

    alex

    ResponderEliminar
  2. Acabo de darme cuenta de que quiero ir a Paris, pero preferentemente en otoño. Así puedo dar sienda suelta a todo mi romanticismo!

    ResponderEliminar

 

Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

http://www.squidoo.com/daniel-colleman-fotografos-de-bodas

Fotografo de bodas