miércoles, 14 de julio de 2010

Suave


Aquellos días templados iban perfectamente con su temperatura corporal. Ella era mujer de poco hacer pero bien hecho y, en tardes lluviosas como aquella, su organismo reducía su oxidación al mínimo entrando en una fase de eterna pasividad.La casa vacía y calefactada parecía intimar con su físico en cada esquina. No había nada como la luz natural, y más con inmensos ventanales dando al jardín. Le encantaba ver las enredaderas deslizando el agua de los cristales al viento.

El vapor llenaba el cuarto de baño y escapaba por la rendija de la puerta. No había nada como aquella alcachofa extensa rebosante de gotitas de agua. Allí, bajo el grifo de ducha, cerraba los ojos con la cabeza levantada, dejaba correr el agua por su espalda, subía la temperatura hasta quemar y entonces templaba. Con gel limpiaba su cuerpo y luego aclaraba, limpiaba su pelo sin límites. Una vez limpia cerro el grifo chirriante y el agua poco a poco desapareció bajos sus pies quedando sólo la espuma. Tomó la toalla y se envolvió en ella delante del espejo, secó su pelo, sus muslos, su torso. Semiseca y caliente, salió al pasillo de moqueta descalza y comenzó andar hacia la habitación. Allí la luz fría entraba sobre el sofá, el radiador calentaba la estancia y sólo se oía la lluvia. Se tumbó. No había muchos ratos a la semana en los que los vecinos no estuviesen, era un verdadero placer escuchar el silencio. Abrió la toalla y no sintió frío.

Le encantaba mirar las gotitas restantes sobre su piel. Las tocaba y las movía, con los dedos de sus pies arañaba el borde del sofá, sentía su pelo mojado sobre el cojín. Clac clac, la rama del árbol arañaba la ventana, el viento sonaba. Agarró un caramelo de la mesa y lo metió en su boca. Respiró. Cerró los ojos e intentó dormir, aunque más bien en vez de hacerlo se limitó a soñar despierta. Tomó la manta y se la echó encima, era suave, le encantaba ese tacto en su piel. Pronto le fue invadiendo un cansancio cada vez más intenso, pero eso no le alejaba de seguir imaginando.

Poco a poco fue quedándose dormida y, con el paso de los minutos, la habitación fue perdiendo su luz. A la hora, casi era de noche y ella todavía seguía durmiendo, protegida por esa manta.

Pasó el tiempo y, despacio, sus sueños fueron quedando más al descubierto hasta encontrar un atisbo de consciencia. Entonces se volvieron manipulables y ella soñaba e imaginaba lo que quería. Fue progresivamente despertando y encontrándose en penumbra y con calor. Encendió una pequeña lámpara de luz cálida y se encontró atontada. El cojín estaba mojado por su pelo pero, en cambio, su cuerpo estaba seco, suave e impoluto. Cambió el cojín por otro y se abrazó, se recostó por placer, acurrucándose contra el sofá, continuando aquellos sueños tan maravillosos. Por fin estaba descansando. Así fue encontrando su medio, su temperatura, su posición.

2 comentarios:

  1. Que descripción madre mia, cierro los ojos y soy capaz de verla tendida en el sillon e incluso respirar la tranquilidad que la rodea. Oleeeeeeee

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  2. Me encanta esa sensación de tranquilidad! Con lo que a mí me gusta dormir... Y lo que me cuesta a veces...

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Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

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Fotografo de bodas