jueves, 22 de abril de 2010

Coco Chanel



El otro día, por recomendación de una amiga, vi la película "Coco Chanel" de Audrey Tatou. Aunque la película no me ha llamado la atención, más bien me ha parecido sosa, mal narrada y poco resultona, tengo que decir que me ha hecho pensar sobre la propia protagonista, Coco.

Su estilo personal, su actitud agresiva, su espíritu ambicioso y triunfador, le llevaron a la protagonista hasta el éxito profesional, a la jet-set y a saborear el dulce de la autosuficiencia, pero sola. Sin embargo ésta fue su elección y por ello trabajó.

Como consecuencia directa de su estilo único y su enérgica personalidad, erigió un imperio de la nada con consecuencias demoledoras para el género femenino. Liberó en cierta manera a la mujer de su época de lastres y prácticas obsoletas, ensalzó su espíritu, impulsó su valor y les colocó en el punto de salida. Con su actitud y estilo transmitió un mensaje claro a la mujer: nosotras podemos hacerlo, tenemos derecho a ello, estamos capacitadas y no debemos someternos. Así, la elegancia de su arte destilaba mensajes subliminales de liberalización y progreso femenino.

Supo relacionarse, supo decidir y supo avanzar. Pero yo planteo algunas preguntas:

¿Hasta qué punto una actitud como la de Coco no necesita de la suerte para lograr sus
metas?
¿Hasta qué punto es necesario someterse para llegar a liberarse?

La protagonista me hizo pensar nuevamente que todo tiene un precio, nada es gratuito. Ella luchó, se sometió y se resignó en ocasiones por llegar a no tener que someterse y resignarse en el futuro. Y sin embargo, pese a su determinación, experimentó la desorientación de quien empieza en un mundo que no sabe agarrar por ningún lado. Me encantó la escena en la cual no sabía qué iba a hacer con su vida, en la que se mostraba desorientada por a qué dedicarse... Sólo tenía claro cuáles deberían ser los primeros pasos para cualquier cosa: involucrarse en una clase social superior a la suya.

Hoy en día, me pregunto si dicha estrategia sigue siendo igual de exitosa. Lamentablemente pienso que la respuesta es sí. Cuando no tenemos nada, cuando deseamos triunfar y hacer algo con nuestras vidas, es necesario sobrevivir, más cuando no tenemos nada. Y para hacerlo, muchas veces hay que ir donde está el poder, relacionarse como sea, dejarse ver, establecer vínculos y echar raíces lo más rápido posible para así emprender el camino hacia nuestra propia liberalización. Sin embargo, estoy convencido que no es el único camino.

¿Hubiese funcionado la estrategia de Coco si hubiese sido un hombre? ¿Hasta qué punto un hombre necesita someterse al poder para no someterse en el futuro?

Pienso que, por desgracia, sigue existiendo un sexismo machista residual y palpitante en el mundo de los negocios que condiciona a la mujer a alcanzar determinada posición social. Sin embargo, para el hombre, todo es ligeramente distinto, que no menos fácil.

La supervivencia, arranque y posicionamiento entre la sociedad masculina requiere de otras estrategias de las cuales aún no me considero un buen conocedor, aunque sí las percibo. No obstante, pienso que aún persiste un sector social masculino erigido por el tesón, la constancia y la perseverancia que no se deja intimidar por otros cuya acción se basa en el miedo, la violencia y el sometimiento. Es en este sector quizás en el cual tuviese más cabida, aunque desde luego, al final, todo se reduce al trabajo y los años de experiencia. Quizás las relaciones entre hombres no sean mi punto fuerte, quizás tenga que reconducir mis ideas.

Al margen de todo este popurrí de pensamientos, no cabe duda que, al margen de los maestros y los asesores que surjan por el camino que nos brinden y regalen, con su confianza, sus consejos, la dirección y rumbo de nuestro navegar únicamente estará regido por nuestra actitud, nuestras decisiones y nuestra intuición.

Al fin y al cabo, no aprendemos nunca de nuestras victorias, sólo de nuestros peores fracasos, y son ellos los que son nuestra mejor escuela hacia el éxito. El cómo manejemos las variables por el camino sólo propulsa o ralentiza nuestro avance, pero nuestra actitud y buen hacer es y será siempre nuestro mejor motor, aquel que nos liberará al margen de relaciones sociales y poderosas influencias.

Un abrazo.

4 comentarios:

  1. El camino puede resultar más largo, intrincado y cargado de obstáculos pero, como decía mi abuela: quien la sigue la consigue.
    Está claro que tener buenas y provechosas relaciones te puede dar un empujoncito pero, si no hay talento y esfuerzo tampoco servirá de mucho, así que estoy contigo en la importancia de la actitud y el buen hacer.

    besos

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  2. Cuando lei el título de esta entrada pensé que te ibas a dedicar a hablar de moda desde el más absoluto pijismo, pero ya veo que de todo sacas alguna lectura reflexiva. No está mal para un jueves ;)
    Un besín!

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  3. Jo: hola guapa,tú es que siempre lo consigues todo amouuuuur

    Aida: no te confundas, la pijita en cuestión de moda eres tú cariño ;-)

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  4. Jajajaja! No soy tan pija como piensas!!!!!!!

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Fotografos de Bodas - Daniel Colleman

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